EL ANCIANO AMARGADO:
Un anciano vivía en el pueblo. Todo el pueblo
estaba cansado de él; siempre estaba triste, se quejaba
constantemente y siempre estaba de mal humor. Cuanto más vivía, más vil era y
más venenosas fueron sus palabras. La gente hizo todo lo posible para evitarlo
porque su desgracia era contagiosa. Creaba la sensación de
infelicidad en los demás.
Pero un día,
cuando cumplió ochenta años, sucedió algo increíble. Instantáneamente todos
comenzaron a escuchar el rumor: "el viejo está feliz hoy, no se queja de
nada, sonríe e incluso su rostro parece más iluminado".
Toda la aldea
se reunió alrededor del hombre y le preguntó: "¿qué te ha pasado?"
El viejo
respondió: "Nada especial. Ochenta años he estado persiguiendo la
felicidad y fue inútil. Y luego decidí vivir sin felicidad y
simplemente esforzarme en disfrutar de la vida. Y así he alcanzado la
felicidad".
Moraleja
de la historia: no persigas la felicidad y disfruta de la vida.
La gente visitaba a un hombre sabio y solo
se quejaban de los mismos problemas una y otra vez. Un día, el sabio
decidió contarles una broma y todos rieron a carcajadas.
Después de
unos minutos, les contó el mismo chiste y solo unos pocos sonrieron.
Luego contó
el mismo chiste por tercera vez, pero ya nadie reía ni sonreía.
El sabio
sonrió y dijo: "no se puede reír de la misma broma una y otra vez.
Entonces, ¿por qué siempre lloras por el mismo problema?
Moraleja
de la historia: la preocupación no resolverá tus problemas, solo te
hará perder el tiempo y la energía.
EL MEJOR AMIGO:
Dos amigos estaban caminando por el desierto. En
una etapa de su viaje, tuvieron una discusión y un amigo le dio una bofetada al
otro en la cara.
El que
recibió una bofetada se lo tomó muy mal, pero sin decir nada,
escribió en la arena: "hoy mi mejor amigo me dio una bofetada en la
cara".
Siguieron
caminando hasta que encontraron un oasis, donde decidieron bañarse. El que
había sido abofeteado quedó atrapado en el fango y comenzó a ahogarse,
pero su amigo lo salvó. Después de que se hubiera recuperado de su conmoción,
escribió en una piedra: "Hoy mi mejor amigo me salvó la vida".
El amigo que
abofeteó y salvó a su mejor amigo le preguntó: "después de hacerte daño,
escribiste en la arena y ahora, escribes en piedra, ¿por qué?"
El otro amigo
respondió: "cuando alguien nos lastima debemos escribirlo en arena donde
los vientos del perdón pueden borrarlo". Pero, cuando alguien hace algo
bueno por nosotros, debemos grabarlo en piedra donde ningún viento pueda
borrarlo ".
Moraleja
de la historia: no valores las cosas materiales de la vida, sino
a las personas que tienes.
EL LEÓN CODICIOSO:
Era un día increíblemente caluroso y un león
estaba muy hambriento.
Se arrastró
fuera de su guarida y buscó aquí y allá, pero solo pudo encontrar una pequeña
liebre. Atrapó a la liebre, pero con cierta vacilación, ya que sabía que la
liebre no lo llenaría.
Cuando el
león estaba a punto de matar a la liebre, vio un ciervo que venía hacia él y
pensó: "en lugar de comer esta pequeña liebre, me comeré ese ciervo
grande".
Así que dejó
ir a la liebre y fue tras el venado, pero desapareció en el bosque. El león
ahora no tenía nada para comer, ya que la liebre también se había ido.
Moraleja
de la historia: más vale pájaro en mano que ciento volando.
DOS AMIGOS Y EL OSO:
Vijay y Raju eran amigos. Un día, mientras
estaban de vacaciones, explorando un bosque, vieron un oso que venía hacia
ellos.
Naturalmente,
ambos estaban asustados, por lo que Raju, que sabía cómo trepar a los árboles,
subió a uno rápidamente. No recordó que su amigo no tenía ni
idea de cómo escalar un árbol
Vijay pensó
por un momento. Había oído que los animales no atacan los cadáveres, por lo que
cayó al suelo y contuvo el aliento, haciéndose el muerto. El oso lo olfateó,
pensó que estaba muerto y siguió su camino.
Raju, después
de haber bajado del árbol le preguntó a Vijay: "¿qué te susurró el oso?"
Vijay
respondió: "el oso me pidió que me mantuviera alejado de amigos
como tú".
EL ZORRO Y LAS UVAS:
Una tarde, un zorro caminaba por el bosque y vio
un suculento racimo de uvas colgando de una rama alta.
"Justo
lo que necesito para saciar mi sed", pensó.
Dando un par
de pasos hacia atrás, el zorro saltó, pero no consiguió
alcanzar las uvas colgantes. El zorro lo intentó de nuevo, pero aún
no pudo alcanzarlas.
Finalmente,
dándose por vencido, el zorro levantó la nariz y dijo: "no las quiero,
seguro que aún no están maduras", y se alejó.
Moraleja
de la historia: es fácil despreciar lo que no puedes tener.
Fuente: wealthygorilla
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